«El
presente artículo se centra en el nivel analítico del cuerpo y su
relación con las representaciones; con ello me refiero, a los modelos de
interpretación sobre el cuerpo moderno que prevalecen contundentemente
en los discursos actuales. La búsqueda de la perfección física no es
nueva, procede desde tiempos remotos como la antigua Grecia; en la cual
se buscaba la simetría, la proporción y la armonía de cuerpo humano para
alcanzar la perfección. En la actualidad en occidente, aún se persiguen
los cánones de belleza de la antigüedad, pero ahora se encuentran
sumamente estereotipados por los medios masivos de comunicación y por la
constante influencia de las redes sociales. Aunado a esto, tenemos los
discursos de la modernidad sobre el cuerpo. Estos discursos sientan sus
bases en la prevención y cuidado, a través de las revisiones médicas, el
ejercicio constante, el descanso adecuado y la alimentación sana y
balanceada.
Para los
fisicoculturistas esta práctica va más allá del ejercicio físico y la
alimentación adecuada, para ellos es un estilo de vida; lo cual
sociológicamente conlleva una fuerte carga de símbolos y rituales en la
práctica de la cotidianidad. Estos símbolos y rituales en el cuerpo, se
ven acompañados por la construcción social de la identidad en sus
múltiples dimensiones y con sus pertinentes matices; para esta temática,
tomare como marco conceptual la identidad propia y la identidad
colectiva. Estas identidades juegan un papel importante dentro de la
cultura del fisicoculturismo, puesto que son un supuesto compartido o
relacional que requiere a la otredad como contraparte para expresarse y
construir similitudes y diferencias corpóreas.
Historia de la Cultura del Fisicoculturismo
La historia del fisicoculturismo posee sus antecedentes a principios del Siglo XX dentro de los circos de variedades en Norteamérica. En estas puestas en escena, strongman el hombre más fuerte del mundo, era la atracción más relevante del circo; y el parteaguas para la creación de cuerpos superdotados y corpulentos años más tarde. A mediados del siglo, comienzan a surgir los certámenes de belleza. En estos los culturistas profesionales ejecutan poses frente a un jurado que asigna puntuaciones y otorga títulos.
“…El primer concurso de Mr. Universo, en el que participaron sólo amateurs, se celebró en 1948, y en 1952 concursaron por primera vez los profesionales. Las mujeres se incorporaron en 1966 (“Miss Figura”)…” (Cortázar, 2010:97).
En este
sentido, el cuerpo representa una configuración social, que está
sometida al escrutinio del otro. Es la sociedad quien define y redefine
lo que es un cuerpo trabajado a través del ejercicio anaeróbico, y marca
una pauta en los estereotipos de belleza. Posteriormente, en la década
de los 70s, los gimnasios obtienen su mayor auge entre las nuevas
generaciones; por la aparición de aparatos de gimnasio más sofisticados.
De igual modo, se crea una cultura del deporte; en torno a la figura
del aclamado Charles Atlas.
Con una
cultura del deporte, y la atención en los cuerpos desarrollados,
aparecieron las primeras revistas especializadas como Strength &
Health o Muscular Development con una impresionante repercusión entre
los jóvenes de la edad del Oro del Fisicoculturismo. A mediados de la
década de los 80s, comienzan a surgir competiciones femeninas; pero
también inicia el declive del Fisicoculturismo, teniendo como últimos
grandes exponentes a las estrellas del momento; Arnold Schwarzenegger y
Silvster Stallone.
El cuerpo como estereotipo y hegemonía de belleza
“…De ahora en adelante la belleza es algo que se puede medir, pesar, equiparar, mensurar y comparar…” (Cortázar, 2010:100).
Siguiendo a
Cortázar, hoy en día la belleza posee altos estándares y estereotipos
que discriminan y tipifican al ideal que se persigue en las diferentes
sociedades. Estos estándares conllevan diferentes líneas, una son los
criterios de pertenencia. Dentro del fisicoculturismo, el utilizar ropa
ajustada, poseer exuberantes pectorales, unos bíceps y tríceps grandes y
unas piernas grandes como pilares; son la llave de acceso que el cuerpo
proporciona para formar parte del grupo caracterizado por la fortaleza
física estética.
En cambio,
existen identidades despreciadas por no cubrir con la rigurosa
apariencia física, lo cual conlleva a la exclusión, a la
estigmatización, al repudio, al rechazo y en casos extremos a la
discriminación social por parte de quienes conforman el espacio de
recreación física. En este sentido, me refiero a quienes padecen
obesidad o delgadez extrema. Estos individuos salen de la norma, del
modelo de belleza corporal que se asemeja a los grandes Dioses
mitológicos de la antigua Grecia.
Lo
anterior conlleva una diferenciación cultural, ya que los individuos
están dotados de diferentes proporcione, dependiendo de sus condiciones
físicas o de sus propias condiciones alimenticias que dependen
directamente de su capacidad económica y de sus tradiciones
socioculturales al interior de la familia; esto sin mencionar, las
abismales diferencias que por genética permean en todos los sujetos.
Esto nos lleva al concepto de “corporalidad despreciable”, en esta se
refleja la incorporación del estigma propio, el autodesprecio y la
negación por no formar parte de lo que se considera como la “industria
global de la belleza corporal”. Esta industria que se puede visualizar
en todos los espacios, desde los espejos dentro de los hogares y
sanitarios, pasando por los espejos que rodean las paredes de los
gimnasios, hasta los agrandes aparadores de las tiendas departamentales
Redefiniendo esquemas: Del fisicoculturismo al Fitness
“…Hoy, ante los excesos de los años 90 en que aquellas discusiones fueron amplias y numerosas, hay un giro hacia la llamada “cultura fitness”, donde se busca un cuerpo más tonificado, con menos músculos, más “armonioso”, saludable, activo y joven. Es la imagen que predomina en la publicidad de los gimnasios contemporáneos hoy en día…” (Cortázar, 2010:97).
Los años
pasan y los cánones de belleza del siglo XX que dictaban grandes
músculos y apariencias sobre desarrolladas, parecen ser obsoletos hoy
en día. El siglo XXI ha dado un giro de tuercas en sus estereotipos de
belleza, aproximándose a los cuerpos más estéticos y tonificados que
desfilan en las pasarelas de grandes casas de moda. Hoy en días, los
altos, tonificados y saludables cuerpos que presentan las casas de
Versace o Chanel son lo deseable en términos discursivos sobre el
cuerpo. En el caso de los hombres, la estética se ha modificado en su
cuerpo, optando por ser un objeto de admiración social; mientras que en
el caso de las mujeres, sus cuerpos nos hablan más del empoderamiento y
la libertad que poseen a través de sus diferentes y complejos roles
sociales.[...]»
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