segunda-feira, 9 de março de 2015

Finlandia 1906: Las raíces revolucionarias del sufragio femenino

«En 1906, Finlandia se convirtió en la primera nación del mundo en conceder el sufragio femenino universal [1]. Esta conquista histórica para las mujeres fue gracias a los socialistas finlandeses durante el levantamiento revolucionario que se extendió por el Imperio zarista, al que Finlandia perteneció.
Un grupo de costureras finlandesas
Un grupo de costureras finlandesas

Sin embargo, esta importante historia ha sido pasada por alto por académicos y activistas. La obra de referencia de Abraham Ascher sobre la revolución de 1905 en la Rusia zarista, por ejemplo, omite por completo cualquier mención al sufragio femenino finlandés y sostiene que “los esfuerzos de las mujeres para lograr la igualdad tuvieron pocos resultados concretos durante la revolución.” [2] En los pocos libros no finlandeses que tratan de la victoria de 1906, el papel del movimiento socialista es generalmente marginado: David Kirby escribe que el sufragio “fue concedido prácticamente sin lucha” y Barbara Evans Clements atribuye a las feministas burguesas como Alexandra Gripenberg el protagonismo principal en la campaña por el sufragio. [3]
La conquista del sufragio universal le debe mucho más a la lucha de clases que lo que estas obras sugieren. A partir de mi reciente investigación en Helsinki y nuevos estudios de feministas finlandesas, voy rastrear en este artículo las raíces revolucionarias de la conquista del sufragio, centrándome especialmente en las actividades autónomas de la Liga de la Mujer Trabajadora. [4]
Demuestro que el pleno sufragio fue ganada a través de una huelga general de masas y la sublevación anti-imperial en Finlandia, combinada con una revolución en todo el Imperio. Las mujeres socialistas encabezaron la lucha por el sufragio femenino, mientras que las organizaciones de mujeres mayoritarias apoyaron un sistema electoral censitario basado en la riqueza hasta el final de 1905. En contra de la afirmación habitual de que el marxismo no tiene en cuenta las cuestiones de la opresión de las mujeres, los socialistas finlandeses lucharon simultáneamente contra las opresiones de género y nacional, y contra la dominación de clase, décadas antes de que apareciesen las teorías sobre su “interrelación”. Hace mucho tiempo que debimos recordar esta historia perdida.

La acumulación
El año 1899 marca un punto de inflexión crucial en la historia de Finlandia. De todos los dominios del Imperio zarista, a Finlandia le había sido concedido a lo largo del siglo XIX una creciente autonomía y libertad política. Pero en febrero de 1899, el régimen zarista comenzó a recortar el estatuto especial de autonomía de Finlandia, lo que desató un movimiento nacional contra la llamada “rusificación”. En julio de 1899, fue fundado el Partido de los Trabajadores de Finlandia como un partido abierto, legal, lo que indica la ruptura de la clase obrera con años de tutela burguesa. Colaborar o no, y sobre qué base, con los nacionalistas contra la “rusificación” se convirtió en un importante debate en el seno del movimiento obrero. [5]
Uno de los puntos centrales de discordia entre los trabajadores y los nacionalistas era la cuestión del sufragio, de la que todos los trabajadores – tanto hombres como mujeres – estaban excluidos en ese momento. El partido nacionalista finlandés, y la Asociación de Mujeres de Finlandia con la que estaba aliado, pidieron la concesión del voto sólo a las mujeres que cumplieran con los mismos requisitos censitarios de riqueza entonces en vigor para los hombres. [6] Por el contrario, el Partido de los Trabajadores exigió el sufragio universal para todos: el derecho a votar y a postularse para un cargo para toda la población, independientemente de la riqueza, el género o la nacionalidad. [7] En 1903, el partido adoptó un programa marxista, cambió su nombre a Partido Socialdemócrata (SDP), y anunció que si sus reivindicaciones en relación al sufragio no eran atendidas, recurriría a la huelga general para obtenerlas. [8]
Aunque que el movimiento obrero luchó incansablemente por el sufragio femenino y la igualdad jurídica de todos, no estaba libre de ciertas prácticas y prejuicios patriarcales. Se había establecido un precedente de participación de las mujeres en los movimientos sociales en la masiva lucha contra el alcoholismo de la época, pero las estructuras afiliativas y la toma de decisiones en el SDP seguían siendo abrumadoramente masculinas en 1899 y las mujeres constituían sólo el 10,7% del partido. [9 ] Algunas de las primeras asociaciones de trabajadores incluso excluían explícitamente a las mujeres. [10] Aunque había feministas comprometidas como Matti Kurikka y Edvard Valpas en la dirección del partido, otros dirigentes masculinos, como Yrjö Makelin y Matti Turkia se opusieron inicialmente al sufragio femenino, argumentando que las mujeres votarían a los sacerdotes. [11] La creencia en la diferencia intrínseca y esencial entre hombres y mujeres era mayoritariamente abrumadora, y se expresó en la insistencia del movimiento en el papel de la mujer como madre. [12]
La fundación de la Liga de la Mujer Trabajadora en 1900 de alguna manera refleja la división predominante de trabajo, con la esfera de organización de las mujeres a menudo confinada a determinadas “actividades femeninas”. Por otro lado, a muchas mujeres les intimidaba participar en reuniones con hombres, y la existencia de una organización autónoma proporcionaba un medio importante para su auto-desarrollo como dirigentes. [13] los primeros esfuerzos de la Liga, sin embargo, no tuvieron gran éxito. El trabajo urbano más común al que tenían acceso las mujeres finlandesas era el de sirvienta, cuyo aislamiento y largas jornadas hacía especialmente difícil la acción colectiva. [14] El Congreso de 1902 de la Liga lamentó la falta de crecimiento de la afiliación y atribuyó la “indiferencia” de las trabajadoras a la falta de conciencia y el miedo a ser despedidas. [15] En este difícil contexto, los activistas de la Liga llamaban con frecuencia a los hombres del partido para que involucrasen de manera más pro-activa a las mujeres. En el Congreso de 1904 del SDP, Sandra Reinholdsson criticó a sus compañeros masculinos por discriminar a sus compañeras, en lugar de ayudar a que participasen y se politizasen. [16]
Las mujeres miembros del SDP en el Parlamento finlandés
Entre las mujeres trabajadoras, como en el partido en general, hubo grandes diferencias en cuanto a la colaboración con las tendencias políticas burguesas. Algunas de las activistas más militantes, como Reinholdsson y Mimmi Kanervo, trabajaron con los “constitucionalistas” en la actividad clandestina ilegal contra el régimen. [17] Otras, como Hilja Pärssinen, principal teórica del movimiento, abogaron por una perspectiva estricta de clase contra clase siguiendo a los marxistas alemanes August Bebel y Clara Zetkin. El folleto de Pärssinen de 1903 sobre las mujeres y el voto defendía el carácter irreconciliable del conflicto de clase: las mujeres burguesas querían sólo la igualdad con los hombres de la clase alta, mientras que las trabajadoras querían el voto para aprobar leyes, como la ley de prohibición del alcohol, para mejorar sus condiciones materiales. [18]
Por el contrario, Miina Sillanpää, la influyente dirigente de la asociación de criadas, favoreció una estrecha colaboración con las feministas convencionales. [19] Esta posición, hegemónica en los primeros años del movimiento, fue perdiendo terreno como consecuencia del elitismo de la Asociación de Mujeres de Finlandia, que continuaban oponiéndose al sufragio universal. Bajo la dirección de la internacionalmente famosa feminista Alexandra Gripenberg, la Asociación defendía que las mujeres de clase baja eran ignorantes y propensas al vicio y, por tanto, tenían que ser guiadas por sus hermanas de clase alta moralmente superiores. [20]
En 1904, la estrecha colaboración inicial entre las mujeres trabajadoras y las feministas no socialistas se estaba acabando en muchas regiones. En otoño, una huelga de masas de mujeres trabajadoras en la fábrica de papel Voikkaa exigió el despido de un supervisor acusado de abusos sexuales y provocó un debate muy polarizado entre la prensa socialista y la nacionalista sobre si las mujeres de la clase obrera eran “morales” y “decentes”. [21 ] En la reunión de noviembre de las mujeres sufragistas de Helsinki, más de 1.000 mujeres trabajadoras, a las que no se concedía la palabra, comenzaron a callar a gritos a las portavoces burguesas y lograron que la reunión adoptase su exigencia de sufragio universal. [22]

La gran huelga
La ola revolucionaria que barrió el Imperio zarista después de la sangrienta masacre del “Domingo sangriento” de enero de1905 en San Petersburgo llegó relativamente tarde a Finlandia. A principios de año tuvieron lugar manifestaciones y enfrentamientos de los trabajadores con la policía en Helsinki, pero la revolución comenzó propiamente dicha con la “gran huelga” de otoño.
Alentados por la huelga general en Rusia Central, los trabajadores ferroviarios finlandeses abandonaron el trabajo el 29 de octubre, dando inicio al acontecimiento más importante del movimiento obrero finlandés antes de 1917. Al día siguiente toda Finlandia estaba en huelga, y el poder real pasó a manos de los comités de huelga y sus guardias armados. [23]
Esta “fiesta de los oprimidos” transformó radicalmente la conciencia de los trabajadores urbanos y rurales. Y tal vez en ninguna parte fue esta transformación mayor que entre las mujeres trabajadoras.
Palvelijatarlehti, la revista de las criadas, señaló:
“La semana de huelga fue una semana que despertó el interés por los derechos de las mujeres. … Tan pronto como comenzó la huelga, las mujeres comenzaron a celebrar reuniones extraordinarias en las cuales debatieron su posición económica, y a estas reuniones acudieron miles de personas. Era como si hubiera sido necesario el estallido de la huelga general para que las mujeres se dieran cuenta de que dependía de ellas mejorar o no su situación”. [24]
Miina Sillanpää señaló que la semana de huelga general consiguió entre las criadas “más que lo que se hubiera conseguido en diez años en condiciones de paz.” [25] La sociedad burguesa se escandalizó sobre todo porque participaron en la huelga sus sirvientes, lo que acabó con las nociones paternalista de que las criadas eran miembros de la familia anfitriona y representaba la intromisión directa del movimiento obrero en sus hogares. En asambleas diarias en un patio de una escuela primaria de Helsinki, miles de criadas se reunieron para formular sus reivindicaciones. [26]
Hilja Pärssinen
Hilja Pärssinen
La exigencia de pleno derecho al voto fue legitimada por esta participación femenina de masas en todos los ámbitos de la huelga, incluida su dirección; el Comité de Huelga de Tampere, inicialmente compuesta sólo por hombres, se reorganizó rápidamente para incluir a 10 mujeres y 12 hombres. [27]
“Vivimos un tiempo maravilloso “, escribió Alma Malander en el periódico del SDP Kansan Lehti:
“Los pueblos que eran humildes y se resignaban a soportar la carga de la esclavitud de repente han sacudido su yugo. Gentes que hasta ahora han comido corteza de pino, ahora exigen pan. ¡Los oprimidos exigen justicia! … Las mujeres, hasta ahora siempre sumisas, de repente comprenden que son iguales que los hombres”. [28]
Ante el inminente derrocamiento del régimen por una huelga general, las rebeliones campesinas, y los motines en el ejército, el Zar se vio obligado el 30 de octubre a prometer libertades civiles y un Parlamento para todo el imperio. El 4 de noviembre, el “Manifiesto de noviembre” del Zar derogó la “rusificación” de Finlandia, restableció el statu quo anterior a 1899, sin garantizar que el nuevo Parlamento finlandés sería elegido por toda la población. Los “constitucionalistas” burgueses que habían organizado y participado activamente en la huelga, ahora defendieron su fin. El 6 de noviembre, la dirección del SDP se doblegó a esta presión y suspendió la huelga, contra los deseos de sus afiliados, cada vez más radicalizados, que querían luchar hasta la victoria.
El ambiguo fin de la Gran Huelga exacerbó una situación muy inestable. Después de haber experimentado su capacidad de paralizar la sociedad, los trabajadores finlandeses estaban decididos a continuar la movilización para imponer sus reivindicaciones económicas y políticas. Inmediatamente después de la Gran Huelga, el SDP comenzó a organizar manifestaciones masivas y la preparación de una nueva huelga general para garantizar el sufragio universal y un Parlamento unicameral. [29]
Los próximos seis meses fueron testigo de un número sin precedentes de huelgas, la rápida expansión de la influencia socialista entre los aparceros y los trabajadores agrícolas en el campo, la creación de la Guardia Roja Obrera, y la profundización de la colaboración de los socialistas finlandés con los revolucionarios rusos. Fue durante esta oleada cuando la auto-organización de las mujeres trabajadoras y la campaña por el sufragio femenino alcanzó sus niveles más altos.

La lucha por el sufragio
La conquista del sufragio en 1906 ha sido a menudo analizada como el resultado de las perennes tradiciones igualitarias de la cultura finlandesa. Pero no es verdad que se hubiese conquistado el sufragio universal sin la presión de la lucha proletaria y los esfuerzos autónomos de las mujeres socialistas.
Después de la Gran Huelga, hubo una considerable y justificable preocupación de que las mujeres serían excluidas en las próximas elecciones. Durante las discusiones del proyecto de reforma de la ley de sufragio en el Parlamento finlandés en abril de 1905 , sólo los campesinos habían apoyado el sufragio de las mujeres, mientras que otros estados y los diversos  partidos nacionalistas se habían mostrado partidarios de limitar el voto a los hombres. [30] El presidente del Comité de Reforma del Parlamento, elegido en noviembre de 1905 para redactar las nuevas normas electorales, e l profesor  Robert Hermanson, era un opositor declarado del sufragio femenino. Las mujeres eran por naturaleza criaturas emocionales, propensas al extremismo, muy poco adecuadas para la política y el voto, según el profesor. [31]
Finlandia 1906 Las socialistas conquistan el voto
Palvejitarlehti abordó explícitamente el peligro de que sus compañeros masculinos se plegasen a la presión para dejar fuera a las mujeres:
“Persisten rumores de que algunos de nuestros amigos varones son indiferentes al derecho de las mujeres a votar y a presentarse a las elecciones. Se ha dicho que si se cumplen todas las otras reivindicaciones, no es en absoluto realista convocar una huelga general por las mujeres, debido a que no están tan concienciadas como para que merezca la pena que se presenten a las elecciones”.[32 ]
En este contexto, la revista argumentaba que las mujeres tenían que tomar la iniciativa para garantizar el cumplimiento de sus reivindicaciones:
“Nosotros [las mujeres] tenemos que gritar al mundo que estamos exigiendo el derecho a votar y a presentarnos a las elecciones, y que no vamos a conformarnos con menos. No es el momento de compromisos, porque si somos excluidas ahora, podemos estar seguras de que seguiremos así mucho tiempo”. [33]
Esta orientación se puso inmediatamente en práctica. A finales de 1905, la Liga había organizado 231 reuniones por el sufragio en todo el país, con 41.333 participantes. [34] La Liga pidió una nueva huelga general en el caso de que las mujeres fueran excluidas del voto, y crearon un comité de mujeres para iniciar los preparativos. [35] Cuando las asociaciones locales de mujeres trabajadoras fueron consultadas sobre este tema, 82 se comprometieron a apoyar una nueva huelga general, 7 dijeron que apoyarían la decisión de la mayoría, y sólo dos se opusieron. [36]
Ida Ahlstead
Ida Ahlstead

Se declaró que los miembros varones del partido que se opusiesen al sufragio femenino serían denunciados como colaboradores de la burguesía. [37] Algunas mujeres trabajadoras amenazaron con iniciar una huelga de cocinas en casa para obligar a sus maridos escépticos a que apoyasen su lucha. [38] Y hubo incluso declaraciones públicas en el sentido de que si las mujeres quedaban excluidas del voto, las trabajadoras harían, si era necesario, una huelga solas, incluso contra la oposición de otros miembros del SPD. [39]
La afluencia de mujeres a la vida política desafió los roles de género tradicionales. Muchos hombres apoyaron los derechos de las mujeres, señaló Palvejitarlehti “sólo dentro de los límites establecidos. Tan pronto como los esfuerzos de las mujeres tienen algo que ver con la emancipación de las madres confinadas con cadenas a sus hogares, entonces aparece la resistencia”. [40] Miina Sillanpää pidió a los hombres quedarse en casa y cuidar a los niños para que sus esposas “pudieran participar en reuniones políticas”. [41]
Tal vez las acciones más poderosas de la campaña sufragista fueron sus manifestaciones masivas. El 17 de diciembre de 1905, la Liga organizó protestas a favor del sufragio de las mujeres en 63 localidades de todo el país, reuniendo a más de 22.000 manifestantes. [42] Una “Declaración Nacional de la Mujer”, escrita por la dirección de la Liga fue remitida para su adopción a cada asamblea. Tras destacar la contradicción entre la contribución del trabajo de las mujeres a Finlandia y su exclusión de los derechos políticos, la Declaración une el sufragio femenino a los intereses de la clase obrera finlandesa y la nación:
“El destino [de Finlandia] nos preocupa tanto como a los hombres. No es de extrañar que decenas de miles de nosotras nos levantemos para exigir nuestros derechos, para exigir igualdad con los hombres. Un grito poderoso se hace eco a través de nuestro país, desde las grandes ciudades a los pueblos, lo que demuestra que la mayoría de los ciudadanos apoyan las aspiraciones de la mujer. La reivindicación del voto para las mujeres y su participación en las elecciones acabará solo cuando se haya concedido. El derecho al voto es un medio para cerrar el flujo de alcohol, para liberar al proletariado de la angustia material y psicológica, para preparar el camino de la ilustración y la libertad “. [43]
El 17 de diciembre, en una manifestación de 5.000 mujeres en Tampere, la sección local de la Liga, junto con otras organizaciones de mujeres de la ciudad, adoptaron su propia declaración, más dura en el tono, aunque similar en su contenido. Denunciaban los argumentos para excluir a las mujeres del voto como una “vergüenza”, especialmente en un momento en que “está naciendo finalmente el futuro de Finlandia largamente esperado”, y defendía:
“Ya no queremos ser tratadas como … criaturas indefensas que piden los hombres protección, sino como sus compañeras de batalla, mujeres libres de un pueblo libre, dispuestas a asumir todas las consecuencias, ya sean leves o graves, que el futuro pueda hacer caer sobre los hombros de nuestro país “. [44]
Los mítines a favor del sufragio universal continuaron en 1906. Pero no hizo falta una nueva huelga general para conquistar el sufragio universal, porque el Comité de Reforma Parlamentaria, finalmente, anunció que todas las mujeres podrían votar y postularse para un cargo, a pesar de una fuerte discusión en la Comisión sobre el este último punto. [45]
¿Cómo podemos explicar esta decisión de la elite política finlandesa, que hasta entonces se había opuesto sistemáticamente al sufragio universal? En pocas palabras, el equilibrio de fuerzas en la lucha de clases había cambiado dramáticamente. La presión del movimiento obrero durante y después de la Gran Huelga de 1905, y la amenaza real de una nueva huelga general, superó la oposición de la élite al sufragio universal.
Que la decisión a favor del sufragio universal había sido el resultado de la presión desde abajo sobre la clase dominante fue admitido abiertamente por el político y jurista RA Wrede. [46] Del mismo modo, el influyente banquero y político Emil Schybergson declaró ante el Comité de Reforma Parlamentaria que la Revolución Rusa les había obligado a adoptar una decisión que de otro modo podría haber esperado otros cincuenta años. [47] Y el líder del senado Leo Mechelin señaló esta dinámica en su informe al Zar sobre las propuestas de reforma parlamentaria: la opinión pública en Finlandia, explicó, apoya el sufragio de las mujeres y su exclusión resultaría en una decepción popular. [48]
Esta dinámica profunda también explica la aceptación del Zar de la propuesta de sufragio finlandesa el 20 de julio de 1906. Ese acto habría sido inconcebible sin la agitación revolucionaria en curso en todo el imperio, que estalló de nuevo aquel verano en una nueva ola de rebeliones campesinas y motines del ejército. [49]
Mimmi Kanervo
Mimmi Kanervo

Conclusión
La campaña por el sufragio duró hasta el final de 1907. En enero, la Liga – rebautizada como la Liga de Mujeres Socialdemócratas – envió un memorándum a sus secciones locales, exigiendo que el SPD asegurase en las listas electorales un número suficiente de mujeres candidatas. [50] En ese momento, más de 18.000 mujeres se habían unido al SDP, cerca de una cuarta parte del total de sus afiliados. [51]
Las elecciones de 1907 supusieron una victoria aplastante del SDP, que no había vacilado en la cuestión del sufragio universal. Ganó el 37% de los votos – más que ningún otro partido – y de las 19 mujeres en la nueva dieta, nueve eran del SDP. Formaron un notable grupo de mujeres, todas dirigentes de la Liga y la mayoría de ellas muy humildes. Anni Huotari, María Laine, María Raunio, y Sandra Reinholdsson eran costureras; Jenny Kilpianen era tejedora; Mimmi Kanervo era una criada, como había sido Miina Sillanpää; Ida Ahlstedt era panadera y gobernanta de una casa de huéspedes; y Hilja Pärssinen era maestra de escuela. [52][...]»

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