«La rápida
incorporación al mundo del trabajo de las tecnologías de la información y
la comunicación ha terminado por afectar y modificar la propia
naturaleza de las relaciones laborales. Los cambios en el mercado de
trabajo se deben a la influencia que las TIC han producido sobre la
estructura ocupacional y las competencias profesionales de los
trabajadores.
Por un
lado, la automatización está transformando la propia esencia de los
puestos de trabajo; el segundo impacto se debe a la inmediatez, la
simultaneidad y la seguridad que producen la microinformática y la
internet en la gestión comercial y financiera de las empresas, lo que a
la larga ha terminado por condicionar sus tamaños, estrategias e incluso
su implantación geográfica. Como consecuencia de todo lo anterior
estamos asistiendo a la incapacidad para adaptarse a los cambios
acelerados que propone la nueva situación y por tanto a la decadencia de
las posiciones de poder de los distintos actores que operaban hasta
ahora en las relaciones laborales, sobre todo en lo concerniente a las
organizaciones sindicales, poniendo en cuestión su nivel de
legitimación, eficacia y representatividad.
Efectivamente,
las TIC ofrecen cada día más posibilidades de gestionar, producir y
trabajar en formato on-line, de forma instantánea, evitando al individuo
la necesidad de trabajar en un entorno físico concreto, con
desplazamientos rutinarios concretos, horarios regulares y definidos y
con la obligación de interaccionar con otros empleados grupalmente.
Esta nueva realidad, a la larga está modificando (junto con otras
variables) la forma en que el individuo percibe su roll como
trabajador/a. y su pertenencia a un colectivo de productores, poniendo
en tela de juicio o simplemente ignorando la necesidad de reafirmarse
como perteneciente a una colectividad donde compartir y defender
intereses comunes.
Además del
impacto de las tecnologías de las comunicaciones y la información,
actualmente es común considerar el trabajo como un elemento corriente de
las relaciones de producción, y por tanto propenso a que actúe sobre él
las leyes del mercado sin ninguna restricción o limitación. Esto
significa en la práctica la pérdida de poder de aquellos agentes que
regulaban o negociaban las condiciones de trabajo y los salarios de la
mano de obra, (sindicatos, patronales, gobiernos) mediante la necesaria
negociación colectiva.
Como
consecuencia de lo anterior el trabajo como institución central se está
viendo relegada a un segundo plano, en la medida en que pierden
importancia los agentes sociales y se constata la incapacidad de la
economía actual para proveer de empleo suficiente a las nuevas cohortes
que se incorporan a la edad activa de trabajar. El impacto de las TIC en
la morfología de las empresas y de la gestión del sistema financiero,
unido al cambio ideológico dominante que mercantiliza de forma radical
el trabajo humano, son por sí mismos fenómenos que modificarán la
realidad del mercado de trabajo global a lo largo del siglo XXI,
actualizando, revisando y dando lugar a nuevos y apasionantes paradigmas
en el enfoque en la Sociología del Trabajo y del Ocio.
El roll de consumidor desde una doble perspectiva: in- out.
El roll de consumidor desde una doble perspectiva: in- out.
Desde una
visión interna se ha producido un desplazamiento del roll de trabajador a
un segundo plano, tomando mayor significación el estatus que el
individuo logra como consumidor-cliente. Este nuevo roll preponderante
de consumo es compartido y desarrollado tanto de forma individual como
en familia, frecuentemente se consume y se comparte el tiempo de
ocio-consumo con los miembros de la unidad familiar. El acto de consumo
hace a veces compatibles los distintos papeles adoptados por los
miembros de la moderna unidad familiar nuclear, ayudando a potenciar
cierta cohesión interna de sus miembros al ejecutar en el mismo tiempo y
espacio las actividades de consumo y ocio.
Desde una
visión externa, el acto de comprar y consumir, en una palabra de
compartir el tiempo de ocio en los espacios públicos en los que
interactúan los individuos, (grandes centros comerciales, grandes
almacenes, hipermercados, etc.) hace que estos compartan su identidad
como consumidores.
Es una
situación que podemos catalogar de muy similar a la que se produce (o
producía) en las grandes fábricas, centros de trabajo y factorías,
cuando estas eran los ámbitos físicos donde se socializaba el individuo
como miembro más o menos consciente de la clase trabajadora. Ahora, el
lugar de la gran factoría con cientos de trabajadores interactuando lo
ha retomado el gran-macro-centro comercial, por donde pululan y
comparten experiencias cientos o miles de consumidores.
Las asociaciones de consumidores: la militancia del siglo XXI.
Las asociaciones de consumidores: la militancia del siglo XXI.
Hoy se dan las condiciones sociales y culturales idóneas para que la estructura social proponga constantemente la identidad de consumidor-cliente en detrimento de su identificación como obrero-productor, esta última ya no es una identidad que pueda ser mantenida y soportada como preponderante por una sociedad postindustrial deficitaria en la creación de empleo, con cambios en la valoración cultural del trabajo como elemento de cohesión social indiscutible e instaurada en el individualismo y en una alta tasa de paro estructural que no parece tener fácil solución a medio y largo plazo.
Una
perspectiva interesante a investigar es aquella que nos muestra cómo la
identidad de consumo está siendo proyectada como colectividad central
identitaria en la sociedad actual. Muestra significativa de ello es el
hecho de que el asociacionismo y militancia en organizaciones de
consumidores prolifera y son acogidas y apoyadas por las empresas, las
administraciones públicas y las propias instituciones supranacionales.
Tanto la sociedad civil en su conjunto como las instituciones sociales y
políticas de la Unión Europea, las consideran necesarias como
interlocutores en el desarrollo de modelos de consumo responsables,
dicho modelo avanza asumiendo cada vez mayor protagonismo y visibilidad
social.
Algo muy
similar al comportamiento de los sindicatos en la época dorada del
asociacionismo obrero cuando la interlocución con los agentes sociales
formaba parte del eje central de las agendas gubernamentales de forma
prioritaria y cuando las centrales sindicales contaban con millones de
afiliados/as. El auge del asociacionismo de consumo contrasta con la
decadencia del asociacionismo obrero.
La necesidad de proponer nuevos modelos de relaciones laborales para el S.XXI.
La necesidad de proponer nuevos modelos de relaciones laborales para el S.XXI.
La desorientación en las formas de entender las relaciones laborales obedece al ritmo acelerado de cambio en los nuevos formatos empresariales y de competencias profesionales, así como en las características y los nuevos yacimientos de empleo y autoempleo, ya que el emprendimiento es un signo de los nuevos tiempos. Las organizaciones sindicales deben reinventarse, refundarse y abandonar sus trincheras ideológicas. Muy importante para su futura supervivencia sería el dotarse de mayores referentes éticos que impidan una pérdida de prestigio y de confianza que en organizaciones de este calado y características son a la larga irreparables. Las centrales sindicales deben crear una acción sindical colectiva coherente, adaptada a los nuevos tiempos y a los perfiles del trabajador de hoy instalado de grado o por la fuerza en situaciones de debilidad negociadora. Sustituir y adaptar (con respeto y sin renunciar a nada) consignas gastadas de tiempos pasados que ya no son referentes para la mano de obra tecnológica. El nuevo trabajador situado ante los retos y cambios de la economía global necesita referentes profesionales y respuestas sindicales novedosas que van más allá de disponer de una mera página web o de una dirección de e-mail. Mimetizarse con las estructuras de las organizaciones políticas conduce a la soledad.
El cambio
en el mundo sindical debe ser interiorizado y generalizado, buscar de
nuevo la difícil unidad obrera en un mundo tecnológico que propugna el
individualismo laboral y la decadencia de la negociación colectiva,
luchar para crear nuevas INTERNACIONALES basadas en la cooperación, la
homogenización de la acción sindical, y saber integrar en el
sindicalismo a los trabajadores de la Sociedad del Conocimiento y sobre
todo saber integrar a los colectivos de desempleados como una realidad
permanente que nos acompañara en el futuro más inmediato.
Los sindicatos deben abandonar sus barricadas ideológicas. Los necesitamos.
Los sindicatos deben abandonar sus barricadas ideológicas. Los necesitamos.
El tratamiento de los conflictos laborales en la misma forma que se trataban en el silgo XIX aleja a los trabajadores de sus referentes naturales que son (deberían ser) los sindicatos de trabajadores. La lucha sindical siempre se caracterizó por innovar, por ir por delante de su contrario, por ser referente ético y moral de los suyos y buscar salidas racionales que toda la sociedad en su conjunto apoyó y asumió como propias. Los cambios que necesita el estamento sindical pasa por salir de las barricadas y mezclarse de nuevo con sus iguales, en darse un baño de realidad y quizás también en realizar una renovación en los equipos humanos y cuadros dirigentes surgidos “heroicamente” (nadie lo duda), tras la transición política de 1977. En cierto modo se trataría de volver a los orígenes del sindicalismo desde el punto de vista ético con medios y modos de la economía globalizada y tecnológica actual. Presencia física y virtual en los centros de trabajo, tratamiento individualizado de los problemas, sindicalistas ejemplares, no profesionales, cercanos y efectivos en el tratamiento coherente de los problemas de los trabajadores.[...]»
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