“Una cara
de la desintegración social producido por la economía, que hay que
comenzar a partir del reconocimiento de los derechos universales”. Alain Touraine
advierte del fin de lo social, “no sé quien dijo que los movimientos
sociales salvarían la democracia, pero sólo los individuos son quienes
defienden sus derechos fundamentales”.
“El hecho
de que el poder es total, el movimiento de oposición – que puede
conducir a una nueva vida social y política – debe comenzar con una
declaración de la persona en su totalidad y sus derechos universales: el
derecho a la libertad, la igualdad y la dignidad. ”
¿Así que no es sólo la defensa de los derechos sociales?
Es una
perspectiva de perdida. El capital ya no es el centro de la batalla. Ya
no podemos pensar con las categorías tradicionales del pasado, ahora ya
no funcionan. La amenaza hoy pesa más en general en ser un “ser humano”,
necesitamos volver a Hannah Arendt, cuando dice que el hombre tiene el
derecho a tener derechos. Una fórmula que estoy de acuerdo, pero
especificando que los derechos – precisamente porque son universales –
que están por encima de la ley y la política. Para oponerse a la orden
de la sociedad y reconstruir una vida colectiva es necesario vincular al
individuo y lo universal. Dando lugar movimientos que ya no sociales,
pero si ética y democráticos: demócratas, ya que ponen en cuestión el
poder en su totalidad y ético por la defensa del ser humano en la
realidad más individual y única.
¿Esto hace que sea posible recuperar la política e intentar contrarrestar la aparente omnipotencia de la economía?
Sí. Aunque
existe una tradición intelectual que defiende la primacía de la
política, eso es ahora desacreditado e impotente. Tenemos que empezar
de nuevo desde la ética, que está delante de la política, ya que es
parte de un plan universal, sólo entonces podremos restablecer la
democracia y crear lazos sociales. Cuando las intenciones individuales
están cargadas de significados universales, se conviertan en agentes de
la transformación social y democrática. La acción de la política
democrática es nacida de nuevo por una clase política, de una política
nacionalista, una política de intereses o unas políticas del sagrado
privadas. La acción política renace sólo ética democrática, lo que
significa que las leyes deben estar subordinadas a los derechos. Si es
así, se hace posible recuperar el control sobre la economía y detener la
deriva de destrucción de lo social.
¿Cuál es el papel de la cultura en este contexto?
Es muy importante, porque la lucha por la cultura y la autoayuda culturales para transformar a los individuos en sujetos capaces de ser actores postsociales. Frente a una economía de consumo que reduce la sociedad a un mercado dominado por el capitalismo financiero global, el trabajo de reflexión y deconstrucción de los patrones de pensamiento se convierte en decisivo.[...]»
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Ssociólogos, Santiago Pardilla Fernández
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