«Hace seis años, tras la caída de Lehman
Brothers, los líderes europeos se reunieron en París para discutir una
respuesta conjunta al tsunami financiero que se avecinaba. Francia y
otros países impulsaron la creación de un fondo europeo para contener el
impacto de la crisis. Sin embargo, Angela Merkel descartó un enfoque
común e insistió en que cada país ideara su propio plan para
combatir la que ha resultado ser la peor crisis financiera desde la Gran
Depresión de los años 30. Y ahora que Alemania empuja a Europa
a su tercera recesión, confirmamos el descalabro de las malas
decisiones económicas impulsadas por un egoísmo ciego y malsano.
Desde
el estallido de la crisis, no se escatimaron recursos para el sistema
financiero, apoyándolo con más de 30 billones de dólares, mientras el
resto de los sectores económicos han debido luchar con las secuelas de
la crisis. Los 30 billones de dólares inyectados al sistema financiero,
permitieron superar los problemas a gran parte de la banca, desatando
una euforia en los mercados bursátiles que, solo en los últimos dos
años, se incrementaron entre un 50 por ciento, como el CAC francés, y un
80 por ciento como el Ibex español (ver gráfica), o un 65 por ciento
como el Dax alemán. Todo esto mientras la economía real se mantenía
estancada y los niveles de desempleo seguían por las nubes.
Lo que
estamos viviendo ahora es el derrumbe del castillo de naipes del dinero
barato generado por los bancos centrales para ayudar al sistema
financiero, que permitió a muchas empresas duplicar o triplicar el valor
de sus activos. En estos seis años, todas las ayudas fueron al sector
que creó la crisis, sin importar el hundimiento de la economía real. La
caída de la demanda; el estallido del desempleo o el descenso imparable
de los precios, no ha importado a los “rescatistas”. Y ahora que la zona
euro sufre de un desempleo récord; cuando la deflación resulta
inminente y cuando no hay ninguna perspectiva de crecimiento, como ha
reconocido el propio Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, comienza el destape de esta caja de pandora que puede tener insospechadas consecuencias.
Adictos a la droga del dinero barato
El
sistema financiero se ha tornado fuertemente dependiente de las
inyecciones de dinero barato y de las tasas de interés al cero por
ciento. Como el monstruo a lo Frankenstein que es, el dinero
especulativo requiere de la constante creación de burbujas para mantener
al sistema en funcionamiento. Y apenas los banqueros centrales, como
Janet Yellen, anuncian que la política del dinero barato llegará a su
fin, comienzan los espasmos catatónicos que hacen entrar a las bolsas en
“modo pánico”. Así titulan los medios financieros cuando los mercados
bursátiles se desploman más de 5 por ciento. Aunque no se puede esperar
nada más de un sistema que se hizo adicto a la droga del dinero barato
que se le entregó para la reactivación económica, y terminó usándolo en
comprar más droga. La verdadera corrección del mercado no tardará en
hacerse presente, y el “modo pánico” de estos adictos entrará en vigor
de manera prolongada.
La zona euro se encamina directamente a su tercera recesión y
ésta será la consecuencia de los malsanos planes de austeridad que en
nada tomaron en cuenta la profundidad de la crisis. Durante meses, las
cifras muestran un descenso constante y sostenido de la actividad
económica y de los precios, lo que indica que la zona euro se encuentra en plena trampa 3D, con deflación, desempleo y deuda.
Y a medida que la desaceleración global se intensifica, la contracción
adquiere más fuerza. Así lo expresan los datos de la producción
industrial y las exportaciones de Alemania, que han caído con fuerza y
no tendrán un repunte milagroso. Esto es porque también China, Japón y
Estados Unidos van en serio retroceso, retroalimentando la espiral
recesiva del contagio. Y ésto sin nombrar la catástrofe sanitaria del
Ébola, a la cual en sus inicios las autoridades europeas no prestaron
atención.
El FMI y la debilidad de la demanda mundial
El
descenso del comercio mundial y la caída de la producción industrial ha
llevado también al derrumbe en el precio del petróleo, que desde junio
se ha reducido en más de un 20 por ciento. Asimismo, el precio del
mineral de hierro ha caído un 40 por ciento en lo que va del año,
mientras los precios del maíz, el trigo y la soja se han reducido entre
un 20 y un 30 por ciento. Todo esto es resultado de la debilidad de la demanda mundial,
lo que demuestra la ineficacia de las políticas promovidas por el FMI y
los bancos centrales que aplicaron si mayor trámite las políticas de
austeridad y recortes presupuestarios en un auténtico homicidio
calificado.
Esto confirma que la recuperación se ha enfriado y que
Estados Unidos y Europa pueden desacelerarse más de lo esperado. El FMI
volvió a revisar a la baja sus expectativas de crecimiento para 2014 y
2015, y sin duda tendrá que volver a revisarlas a la baja en un par de
meses más. El castillo de naipes del dinero barato solo ha sido una vía
de escape para el sistema financiero, permitiendo a la oligarquía
financiera mantener su hegemonía y aumentar su riqueza, sin lograr dar
empuje a la economía real.[...]»
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