«Los
estudios sobre masculinidades comprenden una serie de procesos
desarrollados en el mundo durante los últimos 30 años, que se proponen
repensar la construcción de identidad y género de los hombres en medio
de los cambios políticos y sociales impulsados por el feminismo.
¿Que
define lo masculino? ¿Qué hace hombre a un hombre? ¿Qué desafíos tienen
los varones en pleno auge del feminismo? Son algunas de las preguntas
que se trataron de responder en el V Coloquio internacional de estudios
sobre varones y masculinidades, titulado “Patriarcado en el siglo XXI:
cambios y resistencias”.
El
encuentro, realizado entre el 14 y el 16 de enero se llevó a cabo en la
facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Con más de 200
ponencias e invitados internacionales, la instancia tuvo como objetivo
principal problematizar la masculinidad y entender cómo opera el
patriarcado en los hombres.
Klaudio
Duarte, sociólogo, académico e investigador de la Universidad de Chile,
señala que si bien los estudios de masculinidades llevan décadas
desarrollándose, es en los últimos 30 años donde se ha vuelto más
urgente develar la forma en que se produce la construcción de la
identidad del sujeto masculino: “Los hombres aprendemos a ser hombres.
No nacemos machistas, aprendernos a reproducir patriarcado a través del
sexismo, la homofobia, el falocentrismo, la heteronormatividad. Lo
importante es que esos aprendizajes se pueden desaprender, lo que
implica necesariamente una lucha política”.
Masculinidad hegemónica
Cristian
González Arriola, psicólogo e investigador de la Universidad Nacional
Autónoma de México UNAM, señala que desde una perspectiva de género es
posible desnaturalizar la condición de subordinación de las mujeres y la
condición misma de los hombres, es decir, “mediante lo que Judith
Butler llama performatividad es que nosotros vamos innovando esta
condición de género que pareciera ser dada pero que nosotros al momento
de hacer fuera de la norma, me parece estamos resignificando y
reinterpretando lo que implica ser hombre y ser mujer”.
González
Arriola toma del filósofo francés Pierre Bourdieu el concepto de habitus,
es decir, observa una relación entre las formas de actuar, pensar y
sentir asociados a la posición social y cultural de los sujetos. Desde
el punto de vista del género, el habitus estaría conformado por una
masculinidad hegemónica fundada en el machismo y en la superioridad de
un género por sobre el otro. “Se enseña a los hombres desde niños a no
mostrar emociones o signos de debilidad: a ocultar todo lo que lo
acerque a lo femenino. Los hombres tenemos que demostrar ser hombres de
manera constante y periódica y la masculinidad existe en oposición a lo
femenino y es por eso se construye en relación a nosotros, las parejas,
los amigos, los colegas”, señaló.
Así, se
comprende la masculinidad como un sentido de significados que van
cambiando y reinterpretándose. “Seguir hablando de hombres agresores y
mujeres víctimas supone un discurso cómodo y políticamente correcto”,
declaró González Arriola y explicó que desde la perspectiva de algunos
autores, la masculinidad, en tanto construcción cultural, estaría
referida más a una posición de poder respecto de otros, que a una
condición biológica. De esta forma, y en opinión a ciertos teóricos
feministas, la masculinidad podría ser ejercida también por mujeres.
Oprimidos pero con privilegios
Los
estudios sobre masculinidades han develado una serie de aspectos que se
desconocían respecto a los procesos de construcción de la identidad
masculina. En este sentido, la teoría de género ha sido un aporte
fundamental para desmitificar el determinismo biológico que se creía,
dominaba a los hombres.
Bajo este
punto de vista, el patriarcado, entendido como un proceso histórico y
contingente, victimiza tanto a hombres como a mujeres. La imposición
social de tener que parecer machos, duros, competitivos,
falogocentricos, constituyen una forma de sumisión sistemática.
Klaudio
Duarte señala que si bien el patriarcado oprime a los hombres, éstos
conservan intactos los privilegios que les otorga: “Ser los primeros en
sentarnos a la mesa, comernos el plato de comida más grande, ser aquí
mismo en la Universidad de Chile los que ganamos el mejor salario
respecto a nuestras colegas, los que podemos ejercer violencia, piropear
a las mujeres en la calle y tocarles el trasero en el metro sin que
nadie diga nada, porque esa violencia está naturalizada”, señaló y
agregó que no se trata de construir un discurso bajo la lógica del
empate entre hombres y mujeres, porque “mientras los varones no soltemos
esos privilegios, esa idea de que somos víctimas del patriarcado no va a
poder ser asumida por nosotros”.
Devenir padre
Convertirse
en padre representa un cambio fundamental en la vida de los hombres y
tiene un amplio impacto en la construcción de sus subjetividades. David
Amorín, psicólogo y académico de la Universidad de la República de
Uruguay, señala que los hombres de mediana edad sienten que son mucho
mejores padres que sus propios progenitores. Según el investigador, los
padres actuales buscan mantener una comunicación saludable con la
prole, apoyar y promocionar iniciativas de los hijos, estar más
receptivos, disponibles y tener actitudes lúdicas y de diversión.
Por su
parte, los resultados de la Encuesta Internacional de Masculinidades y
Equidad de Género IMAGES Chile, realizada en 2011 confirmaron que
vivimos en un ordenamiento de género con profundas desigualdades y con
aún persiste la existencia de roles estereotipados y segregadores para
hombres y mujeres.
La
encuesta arrojó que mientras más de la mitad de los hombres reportaron
jugar con sus hijas/os en casa, apenas un tercio cambia pañales,
prepara alimentos, baña a sus hijas/os, y apoyar en tareas escolares.
Mientras que un 63,7 por ciento de los hombres reportan que la mujer
cuida diariamente (siempre o usualmente) a sus hijas o hijos, un 80 por
ciento de las mujeres señala hacerlo.
En la
investigación recogida en su libro Adultez y Masculinidad: la crisis
después de los 40, David Amorín señala que “una de las modificaciones en
la identidad de género masculina es la existencia de una mayor
capacidad para desplegar sentimientos y actitudes afectivas para con los
demás sin que esto, dentro de ciertos umbrales, amenace los
estereotipos de virilidad exigidos al varón por mandatos culturales de
larga data. Esta condición parece relacionarse directamente con la mejor
capacidad hacia los hijos/as, en lo que hace a la comunicación, el
apoyo y confianza, la receptividad y disposición”.
La esfera domestica como punto crítico en las masculinidades
Si bien se
encuentra ampliamente aceptado que los hombres, durante las últimas
décadas, han desarrollado un relevante proceso de integración a las
actividades reconocidas patriarcalmente como femeninas, aún conservan
intactos los privilegios que históricamente han ostentado.
En su
investigación en curso titulada Relaciones de género y arreglos
domésticos: la configuración de nuevas masculinidades, la doctora en
filosofía y académica de la Universidad de Concepción, Lucía Saldaña,
señala que existe un intento de complementariedad, marcada por acuerdos
emergentes tendientes a la resolución democrática.
Esta
complementariedad se da con la salvedad de que los varones tienen la
potestad para decidir qué tipo de actividad realizarán, mientras que son
las mujeres las que asumen las tareas domésticas más incómodas pero
relevantes del hogar. “Aún no encontramos hombres que limpien baños”,
señaló Saldaña.
Respecto a
este tema, la encuesta IMAGES Chile de 2011arrojó que entre un 62,6 y
un 73,7 por ciento de los varones dice que su pareja generalmente hace
más o hace todas las tareas como preparar alimentos, lavar ropa, hacer
aseo o limpiar el baño.[...]»
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