«¿Ven ese edificio de cinco plantas? Se llama Ugland House, está en las Islas Caimán y en él están alojadas 15.000 empresas. Las Islas Caimán son el quinto centro financiero del mundo:
recibieron el 18% de las inversiones que salieron de Brasil en 2014 y,
sorpréndanse, las inversiones españolas en esa isla se han multiplicado
por 89. Cerca de allí, en las Islas Vírgenes Británicas, hay registradas
850.000 sociedades, treinta por habitante.
Pero no toda la evasión fiscal ocurre en
el Caribe. Seguro que saben lo que es un café irlandés, y habrán oído
hablar del “bikini”, el famoso sándwich de jamón y queso, pero dudo que
sepan lo que es un “doble irlandés” o un “sándwich holandés”.
No son, lamentablemente comidas ni bebidas, sino prácticas de evasión
fiscal (“optimización”, en el lenguaje eufemístico a uso) que utilizan
las grandes empresas multinacionales para que pagar menos impuestos.
Se calcula que sólo en el territorio de
la Unión Europea, estas prácticas suponen que las haciendas públicas de
los 28 miembros dejan de ingresar anualmente 1 billón de euros,
el doble del presupuesto en salud de los estados de la UE. Por tanto,
sólo con que las grandes empresas pagaran la mitad de lo que les toca,
financiaríamos el acceso a la sanidad de 500 millones de habitantes.
El problema no lo tenemos sólo los europeos: los países en vías de desarrollo dejan de ingresar al menos 100.000 millones
de dólares al año en impuestos como consecuencia de los abusos fiscales
de las grandes multinacionales. Sólo África pierde al año 50.000
millones de dólares en salidas ilícitas de capitales, un dinero que
bastaría con creces para cubrir los objetivos del milenio. De esa
cantidad, sólo un 5% se debe a la corrupción, y sólo un 30% a
actividades criminales mientras que el 65% proviene de prácticas
fiscales irregulares. Por tanto, la corrupción cuesta a los africanos diez veces menos que la ingeniería fiscal, y ésta representa el doble de los tráficos ilegales de materias primas, drogas o especies protegidas.
Todo ello nos lo cuenta Oxfam
en un tan completo, bien documentado y escalofriante informe publicado
este mes. Con la precisión de una autopsia, los forenses fiscales
diseccionan y examinan las malas prácticas que hacen que las arcas públicas de los estados del mundo carezcan de recursos suficientes para combatir la pobreza, la desigualdad o financiar los sistemas de salud y educativos.
Léanlo, por favor, y aprenderán todo lo que necesitan saber sobre estas prácticas. Una de las más comunes es el abuso en los "precios de transferencia”,
una práctica consistente en que la misma empresa crear filiales en
países diferentes y se vende a sí misma sus propios productos buscando
declarar los beneficios en los países donde los impuestos son más bajos y
los costes dónde mayores desgravaciones se pueden lograr. Es el caso de
Apple, por ejemplo que vende en España desde Irlanda, asegurándose de
que Apple España compre tan caro a Apple Irlanda que los beneficios que
se declaren en España, y por tanto los impuestos, sean ridículos (véase
una entrada anterior en este blog: “la manzana podrida”.
Otras prácticas son los “préstamos intragrupo”, que bajo la etiqueta de inversiones aspiran a lograr desgravaciones fiscales, o la deslocalización de las marcas y patentes,
registrándolas en paraísos fiscales para colocar allí luego los
beneficios obtenidos por ellas. Ikea, por ejemplo, ha puesto los
derechos de la marca al amparo de una fundación en Luxemburgo y su
gestión en Holanda, todo ello con el objetivo de pagar menos. Y cada vez
que uno se toma un café de Starbucks en cualquier parte del mundo, ese
café paga impuestos en Irlanda, donde son más bajos. Lo mismo hace Zara
(Inditex), que ha logrado el milagro de que sus 173 trabajadores
radicados en Suiza y Holanda generen más de 500 millones de dólares de
beneficio (los otros 120.000 trabajadores generaron los otros 2.500
millones de beneficios).[...]»
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